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Al igual que miles y miles de seres, la necesidad obligó a Doña Atilana Fabián a lanzarse al ambulantaje en el año de 1951. Empezó a vender pancita en la esquina formada por Calzada de Tlalpan y Santa Cruz en la colonia Portales de la Ciudad de México.

En aquel entonces el regente capitalino creaba los mercados que conocemos actualmente, tratando de erradicar el comercio ambulante, por salubridad y por estética a la gran ciudad, Doña Tila rentó un localito a fin de seguir subsistiendo y a base de penurias, un sin fin de problemas y sin sabores, fue sacando adelante a sus hijos. Terminaron la primaria, secundaria y la fondita fue creciendo.

Como buena oaxaqueña, cuando los hijos se casaron, enseñó a cada una de las nueras el secreto del negocio y posteriormente los dejó solos a fin de que hicieran su propio restaurante.

Doña Tila, falleció el 13 de febrero de 1991 víctima del cáncer, dejando establecidos a todos sus hijos y con carrera.